Al principio la idea me pareció corriente y no despertó mi curiosidad, pobre de mi, no sabía donde me metía. Poco poco, a medida que se descorría el tupido velo que habían depositado por el pasado, se creaban nuevos misterios y secretos ocultos. A todo esto se le suma la increíble pluma del autor, sus descripciones recargadas solo hacen que describir con increíble fantasía un ambiente de lo más corriente, añadiendo un toque de hechizo.

Tiene lugar en Barcelona, hecho que por alguna razón me hace sentir parte de la novela que Zafón nos presenta, y me ha hecho aprender también sobre las consecuencias de la inminente guerra y de los estragos creados por la pasada a la vez que me encauzaba en un mundo de inquietante intriga que el autor a creado enlazando los destinos de los personajes.

Lo que me fascina de ellos es que todos presentan una razón para sus acciones. A veces me enfadaba por algunos comportamientos o me preguntaba porque no lo había dicho anteriormente, pero mis dudas y quejas encontraron un lugar en el que encajar, como un puzzle de tantas piezas que te cabreas con ellas cuando no tienen cohesión entre sí. Nuestro protagonista, Daniel Sempere, en parte me recuerda a mi y a todos los lectores que usamos nuestros libros para escapar de la realidad y descubrir nuevas, pero el incluso acabará formando parte de una historia de papel y tinta.

Julián Carax, la gran incógnita perdida me parece un personaje muy construido, labrado por el pasado que Zafón le proporciona. Lo mismo con el inspector Fumero, Miquel Moliner y Nuria. Todos poseen una gran profundidad psicológica a causa de los nudos del hilo del destino. Tengo que añadir que Fermín es uno de mis personajes favoritos, por su bondad y increíble corazón, se merece el lugar que se ha ganado sin duda alguna.

Con esta infinidad de personajes y de anécdotas entre ellxs, llega un punto en el que una siente que esta leyendo un libro dentro de otro libro, con dos historias diferentes y simultáneas a la vez. En el momento que todo hizo clic en mi cabeza me quedé boquiabierta. Con tanto giros argumentales y rodeos, me perdí entre la intrincada trama. Al salir de ella y mirar atrás, la novela me pareció más fascinante si podía: compleja y ordenada, aunque cuando está dentro parece un caos infinito, un laberinto de palabras.