Al principio llegué a pensar que leer este libro era un castigo porque el inicio es muy lento y pesado y hasta la página 300 no empieza el misterio y la verdadera acción, pero después me convencí de que había sido una buena elección terminarlo pues es una lectura culta, enriquecedora y con mucho trabajo de investigación detrás. 

La autora escribe de maravilla, te envuelve con su estilo y no te suelta, y decora mucho las frases con vocabulario exquisito y formal. 

Además, ha sabido crear un romance sutil entre personajes, a la misma vez que extendía un velo de misterio capaz de atraparte y dejarte con ganas de seguir leyendo. 

Muestra variedad de personajes, todos profundos y con grandes historias detrás, y una trama completa, sin lagunas, que hasta el final ha sabido mantener algún que otro enigma. 

Pese a los intentos de dejar de leer la novela, en los que estaba segura de no querer saber nada de las siguientes partes, el desenlace ha conseguido sembrar en mí la curiosidad suficiente como para, dentro de unos meses, continuar con la siguiente entrega. ¡Ha resultado ser una lectura placentera y educativa! 

Son muy diferentes entre sí, pero más o menos los carcterizan los mismos valores: moral, lealtad a la amistad y buenas intenciones. 

Quizás mi favorito haya sido Alexander, quien se ha dejado conocer más al explicar la historia de su esposa e hija, que ha conseguido suscitar en mi fuero interno una pena tangible cuando vio frustrada la posibilidad de futuro junto a Rihannon.

El resto no ha sido demasiado relevante para mí, pues sus intervenciones han ido apareciendo con el transcurso de los hechos y tampoco han tenido la misma importancia que los anteriores mencionados, protagonistas, cuyo papel también se ha visto frustrado,de vez en cuando, por la atracción que ejercía la leyenda de la Banshee sobre mí.