Al principio, como comenté en las primeras impresiones de la novela, pensé que se había metido demasiado de cabeza en la acción pero el ritmo no aminoró en ningún momento. No solo por las ansias de que encontraran a Summer, sino por la desesperación de lo que estaba pasando en el sótano. Parecía que Clover, o Collin, las iba a tratar bien, pero a la mínima que algo descarrilaba, ya podría ser que llegaran tarde a sus requisitos o unas flores marchitas, las represiones no solo eran psicológicas.

Me gusta mucho como la autora ha ido retratando al secuestrador, y las pistas que se nos dan, sobretodo una llegando casi al final que nos presenta de manera indirecta y que acabó de atar en mi mente los cabos que quedaban sueltos sobre el porqué de psicopatía. Por supuesto, esto no justifica ninguna de sus acciones, pero somos capaces de comprender el origen de sus traumas. También la evolución de Summer, o Lily, mientras pasan los meses encerrada con las otras chicas: poco a poco, con pequeños detalles o frases podemos percatarnos de que ya no volverá a ser la misma y solo quedará una parte de ella encerrada tras el nombre de Lily.