A veces, las cosas más sencillas son las que más llegan al alma. Descansar de tramas enrevesadas, de mundos intrincados y planeados hasta el más mínimo detalle puede abrirte los ojos y devolverte a la vida real. A problemas, historias y situaciones reales, o que al menos podrían serlo. 

La narrativa de Nicholas Sparks te hace mantener en vilo y a la espera, aunque este simplemente contando lo que podría ser la experiencia de algun joven, en este caso nuestro protagonista Landon. 

Nos situamos en un pueblo pequeño, en un ambiete cotidiano como el colegio y la iglesa del pueblo mayoritariamente, donde la hija del reverendo es conocida entre todos por su gran amabilidad y espíritu altruista. Sin embargo, esas características precisamente la hacen ver diferente entre sus compañerxs de clase, y Landon no es ninguna excepción.

Tengo que añadir que este libro me fue prestado, así que no tenía ni idea de que era lo que me iba a encontrar, y me lleve tanto una agradable como desagradable sorpresa, por el desenlace final del que no era consciente, ni si quiera una simple pista... lloré por un buen rato siquiera sin ser consciente de ello, así que estáis avisadxs. 

En esta novela de 170 páginas que nos lleva por la travesía de los dos adolescentes, he podido experimentar más emociones que en cualquier otro libro que haya leído recientemente. No quiero menospreciar los otros ejemplares ni mucho menos, cada autor y cada trama tiene su proposito, pero como he dicho al principo de la reseña nos falta desconectar de tanta complejidad para llegar a lo más básico de los seres humanos: los sentimientos.

Al fin y al cabo, esto es lo que nos guía y nos ayuda a tomar decisiones, por mucho que racionalicemos con nuestra parte lógica, el corazón siempre dicta la última palabra.