No me acaba de convencer ninguno de los dos protagonistas; uno por tóxico y el otro por imbécil. Considero que si de verdad reconoces que tu mejor amigo tiene problemas, no metes a una persona inocente y buena en su vida para que la destroce. No la persuades de cambiar sabiendo que él no es buena influencia, simplemente lo arrastras al psicólogo porque desde luego que eso es lo que necesita. Su actitud y basura de personalidad no es culpa de su novia, ya que se ha demostrado que antes de estar con ella ya tenía esas movidas, así que aunque ella no sea la mejor acompañante en su desarrollo, no creo que debas ponerla en jaque introduciendo a otra chica; eso solo hace que fomentar la enemistad entre mujeres, la competición, y poner a un hombre como trofeo. 

Ashley es un protagonista sin aspiraciones ni sueños, aficiones u obligaciones, ya que lo único que mueve su vida es un hombre. No me siento representada, igual que tampoco me identifico cuando deja que Cameron haga y deshaga decidiendo todo lo que van a hacer por las tardes. ¿Es que no tienes más vida? ¿Proyectos con tu familia? ¿Capacidad de dirigir tú la situación y decidir qué se hace y cuándo? 

A parte de esto, como punto final de esta escueta entrada, me gustaría comentar que esto se parece a A tres metros sobre el cielo ya que no se deja de romantizar las motos, la velocidad, las fiestas, los planes extravagantes, colarse en sitios, beber y fumar... Cuando lo más sano, racional y real es ir a dar un paseo, tomar algo, ir al cine... No creéis expectativas irreales ni hábitos tóxicos que luego lxs adolescentes se sienten presionadxs a cumplirlos. 

Nos veremos en la reseña, aún me quedan unos capítulos y lo más destacable es que el drama, por lo menos, está bien hilvanado.